Rotoplas goza de un muy buen posicionamiento en el mercado.
¿Cuáles fueron sus orígenes, cómo inicia la empresa, dónde ubicaron sus primeras plantas?
Rotoplas es una empresa mexicana que se funda en 1978. Su primera planta se ubica cerca de Xochimilco. En ese entonces, el foco era el uso de la tecnología de rotomoldeo para hacer una infinidad de productos. A principios de los noventa, un grupo de inversionistas mexicanos compró la mayoría de la empresa. Este grupo quería enfocarse en un solo producto o solución, y no en la amplia gama que la empresa tenía: desde casas para muñecas hasta botes de basura y otras cosas. La decisión recayó en el tinaco, y fue afortunada porque justo en ese momento comenzaba a haber preocupación por los efectos del asbesto, que era el material que se usaba comúnmente para almacenar agua. En Europa se había descubierto que el asbesto es cancerígeno. Rotoplas, entonces, se insertó muy bien en ese momento de la historia, porque tenía un producto higiénico, más ligero, que conserva el agua en mejores condiciones. Rotoplas tuvo el producto adecuado en el momento ideal. De ahí empezó a crecer más aceleradamente; en los primeros cuatro años de los noventa este crecimiento se concentró en México. El tinaco es un producto que no viaja: es difícil de transportar y por tanto los fletes son muy caros, lo que obliga a tener fábricas cerca de los centros de consumo. Hoy en día hay siete fábricas en México: Mérida, Veracruz, Los Mochis, Monterrey, León, Guadalajara y la Ciudad de México.
En 1994 decidimos incursionar en el extranjero, y usar la marca y la red de distribución para acercar nuevos productos y soluciones al consumidor. En sociedad con un empresario nicaragüense, se abrió la fábrica en Guatemala, para atender a Centroamérica. Al mismo tiempo, la empresa comenzó a fabricar otros productos para filtrar, tratar, sanear y transportar agua. Centroamérica fue un éxito, lo que permitió incursionar en Perú, donde adquirimos liderazgo. Luego siguió Argentina, también en sociedad con un jugador local. A principios del siglo xxi decidimos entrar a Brasil, un mercado con muchos retos, grande y complejo, pero también con muchas oportunidades. En Brasil, además de asbesto, usaban tinacos abiertos, lo que implica mayor exposición a la luz solar y a la generación de bacterias y mosquitos, por lo que la cuestión sanitaria era todavía más delicada. Llegamos a cambiar el mercado y a crecer. Para 2007 ya estábamos en 12 países, teníamos 19 fábricas y desarrollamos dos vertientes de negocio: el almacenamiento de agua y las nuevas ideas para mejorar la calidad y la transportación del agua. Estas ideas han salido de nuestro Centro de Investigación, en el que invertimos el 1.5% de las ventas desde 1994, y que nos ha ayudado a identificar oportunidades de productos y mercados. En 2005 vimos que debíamos tener un hub de manufactura de productos que sí “viajan”. El tinaco, en sí, es difícil de transportar, pero muchas de las partes que lo acompañan son más transportables. Así, ciertas plantas de manufactura se volvieron proveedoras internas de las plantas finales. Ahí, México, con la apertura comercial que tiene desde hace tantos años —no solo con el tlcan, sino con el resto de los acuerdos—, ya contaba con una plataforma exportadora sólida e importante. Por eso, muchos procesos de manufactura se quedaron en México, y a lo largo de 20 años han probado ser los más competitivos del continente americano. Cada vez que analizamos en qué país fabricar un producto, México gana. Somos muy iStockphoto.com/sherjaca-524556198 competitivos en muchas cosas. Importamos partes de 10 países de distintos continentes y aprovechamos las ventajas competitivas de cada uno para transformar en México esos insumos en productos de alta calidad y competitivos. Cerca de 100 mil estudiantes se gradúan de ingeniería cada año, entonces hay oferta de mano de obra calificada. En logística aduanera, por ejemplo, para introducir un producto de importación, en México nos tardamos 18 horas; en otros países, de 18 a 30 días, dependiendo de si hay huelga, si toca o no semáforo, y otros factores.
Cada vez que analizamos en qué país fabricar un producto, México gana. Somos muy competitivos en muchas cosas
En 2005 encontramos una tercera vertiente de negocio: las soluciones integrales. Comenzamos con los sistemas de captación de agua pluvial, que en las zonas rurales permiten tener acceso al agua. Luego los biodigestores, desarrollados por nuestro Centro de Investigación, que permiten restituir agua a los mantos freáticos, con buena calidad. Esta tercera línea ha tomado mucha fuerza, y desde 2015 nos hemos enfocado en desarrollar la cuarta vertiente, que es ver el agua como un negocio de servicios. Por ejemplo, pagar una cuenta de 200 pesos al mes que le permita tener agua potable y ya no tenga que comprar agua embotellada. Ese es el resumen de lo que ha sido Rotoplas en sus primeros 40 años.
¿Qué planes hay para el Centro de Investigación? ¿Cuál es su importancia estratégica a futuro?
Para nosotros, la innovación y el desarrollo son fundamentales. La empresa tiene que mirar al largo plazo, tiene que estar retándose y reinventándose de manera continua. Recientemente hicimos dos adquisiciones: un centro de innovación en Chile, en abril de 2016, con el fin de desarrollar una tecnología de plasma para purificar agua, y un centro de innovación en Canadá, en marzo de 2017. Estos son desarrollos disruptivos: así como se ha dotado a las casas de energía solar para hacerlas autosuficientes, o casi, en la generación, algo que nos encantaría lograr es que pudieran ser mayormente autosuficientes en el consumo del agua. Con ello, no solo aliviaríamos el estrés de la dotación del servicio a los millones de mexicanos que vivimos en esta ciudad, y a otras ciudades que reciben una migración creciente, sino que podemos reducir el costo del agua, que también se ha ido incrementando.
La empresa tiene que mirar al largo plazo, tiene que estar retándose y reinventándose de manera continua
¿Cuál es la situación de la empresa en Estados Unidos? ¿Cómo ha sido la incursión y la naturaleza de su participación en ese mercado?
Entramos en 2014. Lo que nos llevó allí es la sequía que se ha presentado en el sur del país, que ha llevado al consumidor a tener que almacenar agua. Abrimos una primera fábrica en California, luego una segunda en Texas y una tercera en Georgia. Actualmente, estamos enfocados en el nicho de productos de almacenamiento, tanto en las zonas urbanas como para el negocio agrícola. En octubre de 2017, adquirimos un negocio de comercio electrónico que va a potenciar nuestra penetración en el mercado para acercarle esas soluciones a los consumidores. Pensamos que es importante tener estos nuevos canales de distribución. Tan solo en México, generamos cerca de 3 mil 500 transacciones al año. Esto nos habla de la bondad del país, que se ha convertido en uno de los más importantes a nivel global, en comercio exterior.
En términos geográficos, ¿tienen planes de expansión o están más bien en un momento de consolidación?
Hoy vemos tantas oportunidades en el continente americano que nuestro foco está en crecer el negocio en donde estamos. El mercado del agua crece al siete por ciento en términos reales; es un mercado donde cada vez va a haber más necesidad de que empresas acerquen soluciones a los consumidores. Es un mercado que ha sido poco atendido. Del lado de la demanda, hay cerca de 500 millones de personas más en cada generación. Si a eso añadimos que la esperanza de vida seguirá creciendo, forzosamente vamos a necesitar más infraestructura. Antes, la gente se moría a los 70 y dejaba un departamento que alguien compraba; hoy esa gente va a vivir más y los millennials van a tener que buscar dónde vivir. Y van a demandar agua. Esto es, la demanda está garantizada. Si a eso se agrega que el cambio climático está alterando la disponibilidad del agua, se generan nuevas necesidades. Del lado de la oferta, la infraestructura del agua tiene un retraso de entre 60 y 80 años. Esto no es exclusivo de México, es generalizado. En la Ciudad de México, por ejemplo, 40% del agua se fuga. En las últimas cuatro generaciones no hemos tenido el enfoque de reciclar el agua. Es decir, la oferta no está resuelta y la demanda sigue creciendo, y eso genera oportunidades. En América podemos multiplicar varias veces el negocio que tenemos, y por eso nos concentramos en este continente.
¿Tienen previstas nuevas líneas de productos o servicios?
Nuestro negocio más maduro es el almacenamiento, ahí tratamos de desarrollar mejoras tecnológicas. En conducción, estamos llevando a otros países servicios que hemos desarrollado para México. Donde diría que hay más espacio para la innovación es en tratamiento. En Estados Unidos estamos sacando un nuevo producto. Ahí, 26 millones de casas no están conectadas al drenaje. Tienen fosas sépticas de concreto, que se limpian cada año. Esto es parecido a lo que pasa en las zonas rurales en México. El problema viene de que las ciudades están tan extendidas, que sería excesivamente caro dar el servicio de drenaje. A ese nicho, que además crece porque cada año el 25% de las casas nuevas van sin drenaje, está dirigido nuestro producto. En servicios, estamos trabajando en la purificación y reciclaje de agua para casas, oficinas, escuelas y otros tipos de inmuebles. Para mucha gente, la factura del agua empieza a acercarse mucho a la de la luz, y eso fomenta su reutilización.
México se ha convertido en uno de los países más importantes, a nivel global, en comercio exterior
¿Rotoplas está posicionada como una empresa que se dedica a mejorar el medio ambiente?
No exactamente, pero en la medida en que hacemos más eficiente el uso del agua, sí contribuimos. El año pasado emitimos el primer bono sustentable de América Latina. La empresa contribuye directamente a dos de los Objetivos del Milenio de la onu. Estamos incluidos en el Índice mila del Dow Jones. Nuestra actividad y nuestras convicciones hacen que tengamos un impacto positivo sobre el medio ambiente.
¿Cómo ven el contexto de los mercados, y en concreto el futuro del TLCAN? ¿Les preocupa?
Hemos tratado de no depender de un solo cliente. El tlcan es importante, pero no es todo. Hay que usar mejor los otros tratados. Incluso si el tlcan no prosigue, regirían las reglas de la Organización Mundial de Comercio; el diferencial en aranceles entre ambas es tan bajo que podríamos seguir haciendo negocio.