Dispositivos médicos en Baja California: Una ventana de oportunidades para el desarrollo industrial
Baja California está considerada como la capital de los dispositivos médicos de América del Norte; destaca, entre otras cosas, por el número de fabricantes asentados en la entidad, la calidad de su producción y su creciente presencia  en los mercados internacionales. En entrevista con Comercio Exterior, el tesorero del Baja’s Medical Device Cluster, hace un recuento de la evolución de esta actividad manufacturera en el estado, destaca su contribución a la economía  de la entidad y del país, y llama la atención sobre sus principales retos y desafíos.
Por: César Guerrero Arellano

¿Por qué se dice que Baja California es la capital de los dispositivos médicos de América del Norte?
En el estado hay 78 empresas dedicadas a la manufactura de dispositivos médicos, las cuales dan empleo directo a 76 mil personas. Contamos, por tanto, con una masa crítica considerable en esta región que genera, además, una  derrama económica complementaria con la presencia de agencias aduanales, empresas de mantenimiento industrial, y de despachos contables, legales y de asesoría. Desde que comenzamos a operar en la región, 30 o 35 años  atrás bajo la modalidad de maquiladoras, hemos conformado un ecosistema empresarial muy amplio. Cerca de nosotros se han instalado empresas de artículos de limpieza, proveedores de materia prima y de mantenimiento  industrial, constructoras o desarrolladores de parques industriales. En Baja California están instaladas la mitad de las empresas de manufactura de dispositivos médicos de México. Como país representamos el 3% del mercado  mundial. A pesar de que este porcentaje puede parecer pequeño, ocupamos el octavo sitio entre los exportadores más importantes del planeta y el décimo cuarto entre los importadores. Estamos, pues, en las ligas mayores.

 

¿Cuáles fueron los factores qué más incidieron en el establecimiento y despegue de la manufactura de dispositivos médicos en Baja California?
Un estudio encomendado por la Secretaría de Economía de Baja California a principios del siglo, identificó a la manufactura de dispositivos médicos como una de las vocaciones productivas con mayor proyección en el estado. Por  iniciativa del gobierno estatal, nos reunimos en 2004 varias empresas del ramo con el propósito de constituir una asociación que velara por nuestros intereses y promoviera un trabajo coordinado con el gobierno y el sector  educativo. Dos años después, en 2006, este organismo de representación quedó legalmente constituido.

Entre 2004 y 2018, las políticas de desarrollo del gobierno estatal nos brindaron un buen soporte. También construimos un vínculo muy estrecho con el gobierno municipal de Tijuana. En exposiciones industriales promovíamos  conjuntamente el sector, lo que a nivel internacional causa una buena impresión y da confianza a los inversionistas, pues valoran el trabajo coordinado entre gobierno e iniciativa privada.

En ese entonces, llegaron algunas firmas de renombre mundial. Cuando algo así sucede, los corporativos de sus competidoras investigan a qué se debe la elección de una nueva ubicación y qué ventajas ofrece. Con el tiempo se  constató que esos primeros proyectos de manufactura encontraron en Baja California un ecosistema favorable para su desarrollo. Más allá de nuestra frontera con uno de los estados más prósperos de Estados Unidos, se demostró  que fabricar en Baja California garantiza la calidad requerida para el consumo mundial. En nuestro caso, ya no es suficiente ofrecer mano de obra barata para atraer las inversiones, contamos ahora con la infraestructura  y el capital humano necesarios para desarrollar proyectos de alta tecnología, habilitar todos los procesos requeridos e incorporar innovaciones en varios de ellos. Eso ha sido un punto positivo, debido a que, actualmente, cuando  los corporativos desarrollan un nuevo producto, consideran a las plantas de Baja California como primera opción para fabricarlo o prueban en la entidad nuevos materiales con apoyo de nuestros equipos de ingeniería.

 

Ayúdenos a  dimensionar el tamaño actual de la industria de dispositivos médicos de Baja California.
Según datos de Trade Map, que recaba estadísticas sobre las balanzas comerciales a nivel global, México aporta alrededor de 3 mil 400  millones de dólares al comercio de dispositivos médicos. Si partimos de este número y  consideramos que en la entidad está la mitad de las empresas de manufactura de dispositivos médicos del país, podemos afirmar que el valor  que generamos aquí equivale al 20% del costo del Tren Maya. A pesar de esos  números, la integración de la industria de capital nacional es de un 3 o 5 por ciento; es decir, casi nada, así que hay un enorme campo para incursionar en la cadena de suministros e integrarse a una industria cien por ciento  exportadora.

 

¿Cómo podría incrementarse el valor agregado nacional? ¿Hay barreras estructurales para el desarrollo de empresas locales en el sector de dispositivos médicos? ¿Podría revertirlas una política industrial específica?
Una línea estratégica del clúster es desarrollar proveedores nacionales. En este sector hay normas que cumplir; no es posible, por ejemplo, vender filtros para dosificadores de medicamentos si no se cuenta con la certificación  correspondiente. Cubrir este requisito supone invertir dinero y esfuerzo en un proceso que suele extenderse entre cuatro y cinco meses, e incluso hasta año y medio dependiendo del tipo de suministro. Para las pymes, es difícil  asignar un presupuesto a algo que no se factura de inmediato y cubrir simultáneamente la nómina, gastos directos, indirectos o fijos, impuestos y cuotas de seguridad social. Si bien se han dado algunos casos de éxito, la rampa es  muy empinada cuando todo el esfuerzo se hace de un solo lado: hay pymes que requieren más apoyo para integrarse a la cadena de proveeduría.

Las pymes también podrían contar con algunos estímulos fiscales. Durante la pandemia no los hubo. El incremento en el costo de la energía eléctrica y los cortes del suministro también han afectado el desempeño de la industria.  En el caso de las empresas que moldean plásticos, por ejemplo, los cortes de energía son particularmente perjudiciales porque sus máquinas deben estar encendidas las 24 horas del día para mantener la temperatura óptima de operación. El proceso de arranque y calentamiento consume tiempo y dinero. Gobierno y empresas debemos trabajar coordinadamente para superar estos obstáculos y construir un espacio propicio para el desarrollo de nuestras  capacidades productivas. Con una política industrial se podrían dirigir fondos públicos a actividades estratégicas, darles un puntual seguimiento y evaluar sus resultados. No es una propuesta nueva, es algo que hemos realizado con éxito en el pasado.

 

¿La lucha contra la covid-19 ha representado o podría representar cambios en la estructura de la producción y exportación de dispositivos médicos?
La fricción comercial entre Estados Unidos y China reveló el riesgo que supone depender en exceso del abastecimiento de ciertos productos, materiales y componentes provenientes de Asia, la pandemia lo hizo más evidente. No  cumplir a tiempo con las entregas contratadas, puede dar paso a demandas que afecten la viabilidad misma de las empresas. En una coyuntura como esta, hay condiciones favorables para que las multinacionales integren  proveedores locales a su red de suministro. Pueden darse casos en los que las empresas mexicanas no sean la opción A, pero sí la B. Así que con un trabajo coordinado se puede lograr que esas inversiones lleguen al país. En  nuestro caso, por ejemplo, nos hemos acercado a empresas del Bajío y Nuevo León, muy competentes en la fabricación de artículos textiles y metal mecánicos, con la idea de sumar esfuerzos para ofrecer soluciones integrales a los potenciales inversionistas.

 

¿Son las compras públicas un instrumento apropiado para impulsar a la manufactura de dispositivos médicos de la región?
El 100% de nuestra producción se exporta y eventualmente una parte regresa al mercado nacional mediante la importación de comercializadoras de los propios corporativos o independientes. En la región no tenemos experiencia  en la venta directa al gobierno; no sé si esa independencia sea positiva. Entiendo que es un cliente muy grande, aunque desconozco si su paga sea buena. Lo que se ha visto es que su proceso de compras, que ahora está  concentrado y no lo opera el sector salud, no ha tenido la planeación adecuada, y esto ha traído las consecuencias negativas que conocemos por diversos medios de comunicación.

 

¿Qué medidas de política pública recomendaría para favorecer el desarrollo de la producción de dispositivos médicos en el país?
Desafortunadamente, hoy en día no se entiende lo que hacemos ni cómo lo hacemos. Iniciativas que promueven la cancelación de contratos gubernamentales con empresas de otros sectores, nos restan argumentos para convencer a las empresas para que se instalen en el país o amplíen sus operaciones. Gracias a que nuestros proyectos son de largo plazo —a que no empezaron en 2019 o 2020, sino mucho antes y con base en la validación de instalaciones  y procesos, así como en haber obtenido certificaciones para operar—, este tipo de situaciones quizá no nos afecte tanto en este momento, pero sí limitan nuestras perspectivas de crecimiento.

En la industria maquiladora estamos acostumbrados a los cambios constantes, pero también a que nos digan el “ABC”. No sabemos a quién dirigirnos ni encontramos el camino que teníamos anteriormente. Lo que buscamos con  los organismos de gobierno es tener vinculación para que ambas partes nos entendamos, que las empresas aquí seamos más productivas y que sirva de promoción para atraer inversiones. Me parece que el haber pasado de 27 a  78 empresas, y de 29 mil a poco más de 76 mil empleos entre 2005 y la actualidad, demuestra que sabemos trabajar en equipo. Hay mucho camino por andar: tenemos que volver a coordinarnos, a entendernos con algunos  funcionarios. Eso nos ayudaría.

 

¿Qué medidas concretas recomendaría para crear un entorno de mayor cooperación?
Con ProMéxico teníamos una buena vinculación para impulsar prospectos que esa entidad localizaba en distintas partes del mundo. Desde su desaparición, no hemos tenido ningún contacto por parte de las embajadas y  consulados que asumieron sus funciones. Con Cofepris tuvimos muy buena relación: hicimos dos foros nacionales, uno en Tijuana y otro en Tecate, gracias a los cuales sus directivos entendieron mejor el funcionamiento de las  empresas situadas en Baja California. Para nosotros, es difícil hacer trámites en Ciudad de México, pues no estamos a la vuelta de la esquina, así que se nos asignó un subcomisionado que nos asesoraba sobre el tipo de trámites a  realizar y les daba seguimiento. Esa comunicación directa nos ayudó mucho, pues los corporativos del sector valoraron la disposición del organismo regulador para apoyarnos en el cumplimiento cabal del marco normativo. En 2019, buscamos renovar un convenio con Cofepris y, desafortunadamente, no se logró.

Sin embargo, seguimos trabajando y cumpliendo con las normas. Al ser un sector altamente regulado, la manufactura de dispositivos médicos requiere una serie de certificaciones. Cada una implica contratar a alguien que se  capacite para cumplirla, pagar la licencia y también la recertificación. Para algunas pymes mexicanas es difícil sufragar esos gastos e integrarse a la cadena de suministros de nuestro sector. En alguna época se contó con el apoyo del gobierno para financiar dicho proceso y, gracias a ese impulso, las empresas beneficiarias reinvirtieron los beneficios.

 

Más allá de una política específica para la manufactura de dispositivos médicos, ¿qué elementos en las políticas  económicas y comerciales podrían favorecer a esta industria?
Es necesario tener claridad sobre la Ley Federal del Trabajo. Con respecto a la subcontratación, no dudo que haya algún caso que no cumpla, pero hay ejemplos que conozco y de los que hago uso que cumplen con todas las de la  ley. En general, cuando se identifica que algo está mal en un proceso, las empresas lo analizan para identificar la causa raíz, atacarla y evitar que se repita. Necesitamos apertura para escuchar y analizar lo que uno presenta, para  entender información, datos estadísticos, casos reales, puntuales. Diría que hay que tener estas aclaraciones.

Otro aspecto que no queda del todo claro son las modificaciones que se han realizado al marco laboral para ajustarlo a  los convenios internacionales que ha firmado México. Aunque en esta región tenemos un ambiente laboral sano, el nuevo marco laboral es motivo de preocupación.

Un tercer elemento son los apoyos federales para investigación y  desarrollo. Los grandes corporativos dedican fondos a esas actividades, pero hay otras empresas que no los tienen, están en el día a día sacando su producción para poder facturar. En aquellas empresas que tienen entre sus  planes incorporar alguna mejora de proceso o de producto, ese tipo de ayuda favorece que el proyecto de se haga con universidades locales en lugar de pagarlo o de hacer un convenio con un asesor extranjero o con alguna  universidad en California. Hace unos años mi empresa fue uno de esos casos que utilizaron esos programas generales que nos aplican a todos los sectores y que permiten que poco a poco vayamos contando con esa investigación y  desarrollo de la que carecemos en la actualidad.