Industria aeronáutica, la oportunidad de México
Si bien cuenta con una larga historia en nuestro país, esta industria alcanzó su prosperidad en la última década, con un crecimiento anual de 16% en promedio. Las perspectivas para los próximos años son halagüeñas y hay que aprovechar la oportunidad. Así lo señala Claude Gobenceaux, presidente del AeroCluster de Querétaro, vicepresidente de la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial y, principalmente, director general de Safran Landing Systems Services Americas, en conversación con Comercio Exterior Bancomext.
Por: Ariel Ruiz Mondragón

La industria aeronáutica es una de las más exitosas del país. ¿Qué condiciones le ofreció México para logarlo?

La primera es su posición geográfica, cerca de Estados Unidos y también de Canadá, donde hay grandes constructores, y no tan lejos de Brasil. Así, México es un puente entre América del Norte y América Latina. La segunda es que tenemos una mano de obra muy capacitada, joven y de alto nivel, que entiende rápidamente las cosas. Su costo, comparado con el de Estados Unidos, hace de México un país competitivo para cualquier sector económico. Hay también una historia industrial en el país, especialmente en el sector aeronáutico, desde hace casi un siglo.

 

¿Qué posición ocupa la industria aeronáutica mexicana tanto en nuestra economía como a nivel internacional?

A nivel global, es el decimocuarto proveedor del sector aeronáutico en el mundo, y es el sexto proveedor de Estados Unidos. A nivel nacional, representa el 0.6% del PIB. No es mucho, pero desde 2004 hubo un crecimiento en las exportaciones de 16% anual en promedio, lo que demuestra que es un sector que crece fuertemente, y que va a seguir haciéndolo. Para 2016 prevemos un crecimiento de 12% en exportaciones, y de un 10% en empleos, pasando de 48 mil trabajadores a unos 53 mil.

 

¿Cuál de los tres grandes rubros del sector aeroespacial (manufactura; reparación y mantenimiento; ingeniería y diseño) ha tenido un mejor desarrollo en México?

En los últimos 10 años los tres sectores han crecido fuertemente. La manufactura representa el 80%; la parte de reparación, 11%, e ingeniería y diseño, 9%. Hay grandes empresas de manufactura que han venido a México (Grupo Safran, Bombardier, etcétera), y el sector está creciendo de manera continua. También hay grandes empresas de reparación de trenes de aterrizaje y motores. En ingeniería y diseño, hay empresas que crecieron muchísimo durante la última década. Cuando hablamos con colegas de otras grandes firmas, vemos que estas vinieron a manufacturar, pero poco a poco han creado sus divisiones de ingeniería y desarrollo, y en muchos casos han avanzado más rápidamente de lo que imaginaban.

 

¿Cómo se ha desarrollado la cadena de proveedores, sobre todo en una industria que requiere de mucha seguridad?

En teoría, la cadena de proveedores debería ser una pirámide, pero no es así en México. Es casi un tronco, con una base un poco más estrecha. Los oem (original equipment manufacturers) son Bombardier, Airbus, Dell Helicópteros, etcétera; después tenemos los Tier 1, como Safran, Zodiac y Honeywell, que son proveedores directos de los oem, y a continuación los Tier 2, que son proveedores de los Tier 1 (del mismo modo que los Tier 3 son proveedores de los Tier 2).

Si miramos la composición de esta cadena de proveeduría en México, el 27% de las empresas son Tier 1; el 29%, Tier 2, y el 17%, Tier 3. En mi imagen, es casi un tronco. Por supuesto, hacen falta más Tier 2 y Tier 3, que sería lo normal. Por un lado, necesitamos seguir atrayendo empresas de otros países (OEM, Tier 1, incluso Tier 2), que fue una política muy exitosa en la última década. Por el otro, debemos también promover el desarrollo de empresas mexicanas, fomentar una cadena de proveeduría más mexicana.

Para hacerlo, necesitamos programas, políticas, créditos bancarios (especialmente flexibles) dirigidos a estas empresas, a fin de permitirles un desarrollo en las mejores condiciones, porque no es sencillo pasar de un sector industrial de metalmecánica —el automotriz— al aeronáutico. Hay muchas certificaciones, mucho know-how, pues se debe trabajar sobre las primeras piezas para que lleguen al nivel de calidad perfecta.

Para ello, no solo hace falta una certificación, sino que el cliente acepte las piezas. Es un proceso largo y complicado, de uno o dos años. Debemos asegurar que las empresas mexicanas aguanten el tiempo que hace falta.

De los empresarios que incursionan en este sector, pocos entienden cómo funciona. Hay que decirles que, si bien hay ayuda de fondos públicos para arrancar, hacen falta dinero y una voluntad fuerte, sobre todo, pero también recursos humanos capacitados, ingenieros del mejor nivel y empleados muy respetuosos de los procedimientos. El resultado de esto es una bola de nieve que puede crecer con el tiempo.

 

Tenemos una mano de obra muy capacitada, joven y de alto nivel, que entiende rápidamente las cosas

 

Para ese crecimiento, ¿cuáles son las políticas más importantes?

La primera, fundamental, es la capacitación. México se beneficia de una mano de obra muy competente y muy joven, pero hay que capacitarla para este sector. Leí hace poco que hay que poner escuelas de técnicos en la proximidad de las empresas, que sería lo idóneo, pero también debemos ir a buscar a los jóvenes donde están. Hay una gran oportunidad para capacitar técnicos en todo el territorio mexicano. Muchos técnicos e ingenieros en nuestras empresas ascienden: se vuelven supervisores y managers, y los mejores pueden terminar como directores o más.

Lo anterior es totalmente factible: en el Aeroclúster Querétaro, que presido, hemos llamado la antención sobre la necesidad de capacitar ingenieros, y también hemos pedido que se desarrollen técnicos. Así, tenemos el Conalep aeronáutico de Querétaro, que es un gran éxito, y la Universidad Aeronáutica en Querétaro (uaq). Dos éxitos mayores que han apoyado mucho a la industria. Estos ejemplos no son únicos: el Tec de Monterrey Campus Querétaro abrió un área de concentración en aeronáutica, y la unam creó programas de capacitación y posgrados para el sector espacial.

La segunda política es la de un apoyo muy específico para las empresas que quieran impulsar el sector. Durante dos años, estas empresas no van a facturar, o facturarán muy poco, por lo que debemos apuntalarlas. Hace falta ayuda para las certificaciones, pero la prioridad es apoyar a estas empresas con buenos contactos para que encuentren a sus primeros clientes. En esto, las compañías y los clústers desempeñan un papel muy importante. Una vez que tienen sus primeros clientes, sin embargo, el proceso es bastante lento. Entonces, hay que brindar ayuda financiera, con créditos flexibles. Después hay que apoyar la certificación, pero esto es una pequeña parte: muchas empresas tienen certificaciones y no tienen clientes.

La prioridad de nuestra certificación es el cliente o el prospecto de empresa “atractora” que está dispuesta a trabajar con esa nueva compañía. Hay que tomar el riesgo: por parte de la empresa atractora, empezar con una compañía que no tiene experiencia; los riesgos, por lo tanto, deben ser compartidos. El compromiso debe ser fuerte, debe venir de los niveles más altos de estas empresas atractoras que quieren incursionar y que van a crecer. Con el tiempo ya habrá que darles el apoyo en materia de innovación y desarrollo a través de instituciones como el Centro Nacional de Tecnología Aeronáutica (Centa), que está instalándose en Querétaro.

Este es el tercer elemento en materia de políticas públicas: el Conacyt, a través del Centa, es un gran apoyo para este sector, y hay que seguir en este camino.

Pero hay otras políticas. En materia de créditos, por ejemplo. También, ¿qué hacemos con los clústeres? Debemos definirlo. ¿Queremos apoyarnos de verdad sobre ellos o no? En muchos países, los clústeres son una entidad reconocida por los gobiernos y con fondos públicos. Aquí no tenemos recursos para nadie, ni tenemos en nuestro clúster un coordinador de las distintas acciones. Hay que preguntarse si esto es suficiente, aunque hemos trabajado en el pasado con el Gobierno de Querétaro y el Gobierno federal en muchos casos. Hemos intentado, a través de la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial (Femia) y del clúster, trabajar en beneficio del país.

 

 

 

¿Qué motivó la creación de la Femia y cómo ha trabajado? ¿Qué logros ha tenido?

La ola de llegada de nuevas empresas de esta industria arrancó en los años 2004-2006, hace poco más de 10 años, y en 2007 fue creada la Femia por unos empresarios que vieron que había un crecimiento y que podría aumentar. En 2010 se empezaron a hacer los estudios preliminares para la Agencia Espacial Mexicana, que fue creada en 2011.

¿Qué se logró? Comunicar a México que había una gran oportunidad. Hoy se está aterrizando el trabajo con la Secretaría de Economía y de la Comisión Nacional de Productividad. A través de la Femia se logró el Centa y se consolidó esa visión, que busca que las instituciones públicas se impliquen en el desarrollo de la cadena de proveeduría mexicana.

Pienso que todo el mundo ha tomado conciencia de la gran oportunidad que hay cuando tenemos un fuerte crecimiento global del sector aeronáutico (un cinco por ciento anual, muy por encima del PIB mundial, que es de tres por ciento). En México hay que aprovechar esta gran oportunidad, que no se presentará dos veces.

 

Debemos promover también el desarrollo de empresas mexicanas, fomentar una cadena de proveeduría más mexicana

 

¿Cuáles son las perspectivas que tiene la industria aeronáutica en México?

No hay ninguna razón para que en los próximos 10 años el crecimiento sea más bajo que en los 10 años pasados. Lo mismo en cuanto a empleos, cuyo incremento anual ha sido de 10%. Están las condiciones para que empresas globales sigan viniendo y desarrollándose aquí. Son oportunidades sociales, para los jóvenes. Además, tenemos la suerte de contar con una agencia espacial. Es necesario que esta agencia tenga proyectos propios y los recursos para llevarlos a cabo. Contamos además con un Centa, que seguramente tendrá mucha fuerza en la coordinación de todos los esfuerzos públicos en materia de innovación y desarrollo a nivel mexicano.

Vemos que México depende mucho en materia automotriz y aeronáutica de los otros países. ¿Es suficiente? ¿No será necesario que haya grandes proyectos mexicanos, o a nivel regional, con otros países? ¿Por qué no imaginar que dentro de 10 años tendremos el proyecto de un avión mexicano, comparable con los grandes?

La gran pregunta es saber si hay una voluntad política de incursar en estos sectores; es el momento de preguntarse colectivamente a dónde queremos ir en México. El país tiene mucho futuro, no lo dudo, porque hay mucha fuerza en sus jóvenes, en su inteligencia colectiva. Las puertas están abiertas para un nuevo México. τ